Aquí no más, en el kilómetro 5 uno puede ver el resumen de la situación.
Grandes montañas erosivas, que forman valles al bajar las aguas y encausarse como ríos.
Se hace por ahí la gente para unas y otras cosas, pero al tiempo llueve y la tierra se mueve.
En suelos inclinados se vive muy pendiente de la escorrentía, porque ella se puede llevar una casa, un corral, unas vidas.
El motel Pirineos no es ajeno a esta situación y requiere trabajos de conservación y mantenimiento a partir de una bioingeniería del suelo, que le garantice estructura, drenaje, estabilidad.
Otto Hugo Ríos, que ha hecho terrazas para siembra de fresa, hortalizas, forestales, frutales, ahora lo hace para sostener el telúrico efecto de las pasiones, con un canal, cobertura en guaquilla, barreras de vetiver, árboles de ficus y otras especies, conformando con los años una compleja estructura interna que dialoga con los cambios hidrológicos propios de esta zona en diferentes épocas.
Invitamos a la CDMB, en cabeza de su directora Elvia Ercilia a observar el problema desde este mirador excepcional de Bucaramanga y de paso comprobar que en los Pirineos andinos es posible luchar contra la erosión.
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