Las Terrazas como una Práctica de
Conservación de Suelos
El origen de las terrazas está en la agricultura inca, la
cual
tuvo el gran mérito de adaptarse y desarrollarse en un medio geográfico
bastante difícil que a primera vista no parecía posible, pues no ofrecía las
mejores condiciones para la agricultura.
El relieve montañoso donde habitaba la mayor parte de la
población del imperio inca fue aprovechado mediante la construcción de
innumerables andenes de cultivo que permitieron
utilizar las laderas de las montañas andinas, hechas como verdaderas
escaleras gigantes, erigidas con muros de contención de piedra evitaban
que la
lluvia arrastrara la tierra y sus cultivos, dando paso a recolectar en
el año hasta 3 cosechas de lo cultivado sobresaliendo cultivos como el maíz, la quinua y el maní, pero el
más importante fue mitigar el hambre y
la erosión. Estas plantas eran sembradas
rotativamente empleándose fertilizantes naturales como el guano de la costa llevado
hasta los andes especialmente a lomo de
llama.
Pero no solo el impacto que tuvieron las terrazas fue de
subsistencia sino también en lo
paisajístico, ya que éstas realmente se convierten en verdaderos
jardines en ladera lo que hacen que sean muy estéticos y además guarden armonía
con el entorno.
En Colombia los indígenas arhuacos habitantes de la sierra nevada de Santa Marta en la costa
caribe, son representantes de la agricultura en suelos de ladera, las
condiciones adversas de la sierra los obligó a buscar soluciones para la
subsistencia sin para por encima de los principios indígenas como es el
respetar a la madre tierra.
Las terrazas como un medio de conservación de suelos de
ladera consiste en hacer un corte vertical del suelo a través de la pendiente,
de ésta forma se empieza su construcción que consiste en correr la tierra hacia
atrás para lograr dar forma a la terraza, con su respectivo canal de drenaje y de ésta manera garantizar la infiltración del agua
lluvia de escorrentía al suelo armónicamente, garantizando una excelente
humedad y la permanencia de los abonos y
nutrientes incorporados al suelo, convirtiendo la terraza en una despensa de
materia orgánica y por ende mejorando la condiciones físico químicas y
biológicas del suelo.
Teniendo en cuenta toda la historia que hay detrás de éste
arte milenario la invitación es a que los agricultores de la cordillera de los
andes implementen ésta práctica de
conservación de suelos.