Vamos por la joya.
Al final del año 2.010 estábamos en alerta por
las fuertes lluvias y queríamos ir a la Joya a observar el tema de la escarpa
erosionándose pero también tenía un poquito el ingrediente de romper con el
mito del barrio intransitable, de la muerte rondando y demás rótulos que hay
para estos sectores y va uno a ver y efectivamente esto se viene erosionando.
Pero ya hemos escuchado que toda enfermedad es
curable, lo cual es válido para los grandes chancros sociales, para estas
lepras y cánceres de la erosión, para todas esas caspitas que provocan
animadversión en los jueces moralistas que atacan la juventud y su locura.
Jóvenes desahuciados que revisan sus fuerzas a la luz de una
oportunidad, casas en la orilla que buscan mejores terrenos, orillas que buscan
estabilidad, lugares varios por componer, basureros que esperan ser jardín,
como aquel jardín que planteamos para el Pantano 3-A un barrio en donde la ciudad
tiene sus peores aires, gases hediondos y un perfil erosivo que hace incierta
la vida de un segmento de la población, que sobrada de nombre con llamarse
joya, quisiera más que lucir bien, sentirse bien, llenos de ánimo, esperanza,
ideales sobre un futuro mejor, con los pies sobre la tierra.
Allí en esos orillos, taludes huérfanos,
quedan sometidos al dolor de caer y recaer y ser visitados por la oficialidad
que plantea recuperaciones duras, pantallas
ancladas que han de ser para el suelo como meter a un muchacho a la cárcel
con el propósito de resocializarlo.
Con 47 años de fundación, ya es mucha historia
la que se viene acumulando, buena es la hora para hacer un compost de datos, de
ideas y por supuesto, también para iniciar el ensayo de un compost a favor del
suelo, que recupere los taludes, que plantee el aprovechamiento inteligente de
las áreas comunes.
Escarpa que de no ser un basurero, un
escurridero de aguas pichas, podría
ser un parque ambiental, un observatorio de aves, un cruce de caminantes.