::: Como no hay quinto malo, seguimos con otro día de compostaje en la niebla :::




Por: Edison

Nos reunimos en la plaza guarín como siempre, y ya que éramos bastantes, pudimos contratar para subir a al Km. 12 un colectivo de esos chinos para irnos bien cómodos y no llegar tullidos como la vez pasada emulando el famoso truco de los payasos que salen del volkswagen.

Llegamos a la hora del almuerzo y por eso tocó de una ir a picar la ensalada y mandar a azar las populares vísceras. Muy aperezados, tal vez por la falta de almuerzo, hicimos roña para empezar a voltear los montones de compost, hasta que de hicimos de la pereza una fortaleza para empezar, no importaba que hubiera un émulo de Manu Chao y 5 supervisores por cada persona volteando compost; pero la naturaleza estaba confabulada con nuestra locha, casi no alcanzamos a voltear el compost pequeño cuando se larga un aguacero y de una buscamos refugio; bajo techo duramos un rato riéndonos, hablando paja, estirando los músculos de las quijadas, y repelando un avío que teníamos hasta que dejó de llover.

Ya íbamos a empezar cuando llegó el almuerzo, comimos tan rápido que no hubo ni chance de tomar fotos. Ya con energías retomamos el trabajo con más ánimo, volteamos uno de los dos montones grandes roseándolo con una mezcla de agua y diferentes sustancias permitidas en la agricultura orgánica: Bórax, sulfatos de manganeso, cobre y zinc, con el fin de enriquecer el compostaje con elementos menores necesarios para el desarrollo de las plantas.

Se decidió con un montoncito de abono resultado de un proceso de compostaje anterior, cernirlo o cribarlo con el fin de venderlo al menudeo para recolectar fondos para el proyecto, entonces ya saben: si necesitan abono orgánico, contáctenos.

Una de las cosas que nos habíamos planteado para realizar este domingo era limpiarle el pajarito a Otto, ¡ups! A los árboles que dijo Otto, pero la lluvia no nos dejo, los árboles estaban muy mojados y era peligroso treparse en ellos.

Como con ganas y no, decidimos voltear el montón grandotote de la parte de afuera del restaurante, y agregarle un poco de materia orgánica que faltaba producto de la limpieza de la zanja, no le teníamos ganas a ese montón porque le agregamos una plantas fibrosas de una poda que se hizo la semana pasada, y eso hace que el azadón se entrape a la hora del volteo, sin embargo, le echamos machete y a pesar del pesimismo volteamos rápido ese montón, no sin dejar de agregarle cal dolomítica y unos cunchos de la mezcla de sulfatos.

Ya satisfechos con la labor cumplida, recogimos la herramienta y nos dedicamos a degustar una deliciosa pola mientras discutíamos como vamos a elaborar una exposición para un pelado que estudia tecnología de alimentos y trabaja en el restaurante sobre compostaje, terrazas y producción de hortalizas orgánicas.

Logramos que don Juan Manuel nos contratara el colectivo chino para que nos bajara hasta Bucaramanga, ahorrándonos la caminata, contentos y muy motivados con nuestro trabajo, terminamos otro día en nuestro ensayo de un compost.

2 comentarios:

Orlando Beltrán Quesada dijo...

Felicitaciones al maestro Otto y "el parche" de jóvenes entusiastas por aprender el compostaje. Es un esfuerzo que de alguna manera tendrá que encontrar recompensa, porque son muchos años de dedicación y compromiso de Otto con la Agricultura orgánica y con el planeta. Un fuerte abrazo verde.

Orlando Beltrán Quesada

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho la documentación que hace Edinson.