::: COCHINA NO, COL CHINA :::



Nuestra Señora de las Mercedes, colegio y jardín infantil, semillero de la sociedad, abre sus puertas a la agricultura urbana y al buen compostamiento.

Primero fuimos y hablamos con Jaqueline, la rectora, y así como debe ser en las buenas siembras, diciendo y haciendo. Ella citó los niños, les avisó a las familias para que cada uno viniera con un vasito de yogur, gelatina, arequipe y tantos otros que diariamente inundan las calles, los parques y los basureros. Manos a la obra. Hacerle los huecos al vaso, llenarlo de compost y poner con cuidado la planta bebé. Estos vasos de marcas de empresas que no se preguntan por la pérdida del planeta frente a sus ganancias, tienen ahora al frente unos niños que los reutilizan y aprovechan para la producción de alimento.

Mientras tanto las preguntas, los cuentos, el que no arriesga un huevo no saca un repollo, yo quiero lechuga decían unos, a mi me gusta la albahaca y aquella cómo se llama… Muy bien niños esa se llama col china.
Ahí sí que tuvimos motivos de risas y cuentos.
De una, casi todos al tiempo preguntan ¿cochina?.
Y ji ji ji ji.
Cochina no
Col China,
De la china para Colombia, de Colombia pa chinos y chinas.

En medio de lo cochina que vive la ciudad, el doble sentido de sembrar una col china limpia, con niños y niñas, chinos y chinas pero colombianos, que un día llevan la buena semilla hasta la cocina, hasta el plato.

Colchina, cocina, colchina, Colombia, China. Cocinas que toman de aquí y de allá, con la agricultura del patio, la terraza y el jardín para limpiar la ciudad y aliviar tanto estomago enfermo, para cambiar esa vida cochina.

Cochina No
Col
China.

::: EN PUERTO ZAMBITO, EL ENSAYO DE UN COMPOST :::

Subtítulo: Relatos de un proyecto ambiental.
Los hechos: Talleres de compostaje, reciclaje y reforestación.

Fuente Documental: Historias de las comunidades aledañas al oleoducto Velázquez-El Sauce, en el Magdalena Medio Santandereano.

Metodología: El profesor abandona la plataforma académica, se pone el overol y las botas, revisa las herramientas y sale con la gente a dar una vuelta. Después de la conversación se rompe el hielo, se crean confianzas y queda el ánimo necesario para el trabajo.



El primer relato que recuerdo es el de Don Ramón, pues nos supo resumir lo que había pasado por esos lares durante los últimos 30 años y precisamente la pregunta inicial para todos fue: ¿cómo era esto? Suficiente para tener muchísima información, para ir al origen de las cosas, para averiguar cuándo se nos empezó a llenar de basura.



¿Cuál es la importancia del pasado? Pues el presente.
¿Quiénes vinieron?, ¿qué hicieron?, ¿qué nos dejaron?
Y Con eso, ¿qué hacemos hoy?

En el caso de Puerto Zambito, corregimiento del municipio de Cimitarra, los relatos de Ramón Melo, presidente de la junta, nos sirvieron para saber varias cosas. “Esto fue un asentamiento de negros que cortaban leña para suministrarle a los barcos de vapor”. También se supo que el lugar del caserío no era el actual, que había además un campamento de extranjeros que trabajaban para la industria del petróleo y que hoy día no se producen alimentos como antes, ni siquiera el plátano, especialmente desde que el gobierno decidió aplicar glifosato”.

Como juglar, como mago del relato, Don Ramón nombró los animales que había, lo que se sembraba, lo que se comía, las pescas milagrosas de antes y un sinnúmero de anécdotas que nos sirven para extrañar un cierto paraíso perdido, pero también para iniciar el ensayo de un compost.

El compost de una historia es el inicio de un compost real. El cuento nos introduce en una universidad alegre, espontanea en la que cada momento trae su propia lección.





Partimos del caos, de lo que no sirve, de lo que está revuelto. Entonces primero separamos lo vivo de lo muerto. Empaques plásticos de unos y de otros, evidencias del paso de la sociedad industrial por los espacios naturales. Nos queda la materia orgánica que ahora iniciará sin problemas su proceso de descomposición.





Suficiente por ahora para compostarnos. Ya los datos han quedado frescos en la cabeza de niños, adultos y ancianos. Nos movemos de nuevo al caserío y los niños toman en sus manos las herramientas. Arrancamos diciendo: “Con esto nadie se va a enriquecer de dinero, pero va a tener comida limpia, salud y dignidad, suficiente riqueza en medio de la pobreza a la que nos condenamos cuando ya el dinero no sirve ni siquiera para tener salud”.





Se habla de las normas estrictas que empezarán a aplicarse para quienes contaminen, desde botar una basura en adelante. Nos viene entonces la vocación de la pedagogía para educar al niño hoy y no reprenderlo mañana.




Y así, en Puerto Zambito, como en las otras 15 comunidades en donde este proyecto se instaló, la invitación fue la del buen compostamiento, hoy desde el Magdalena Medio, mañana desde cualquier compost del mundo.

::: LECHUGAS PARA DAR Y CONVIDAR :::



Nosotros somos los de las lechuguitas. De puro corazón hemos trabajado con el suelo, mejorándolo, haciéndolo transitable y sembrándolo para traer hasta ustedes esta lechuga.

Desde Santa Bárbara en la Rayada, con una excelente calidad de agua son regadas estas hermosuras, así que por ese lado frescos, no son las que vienen regadas con aguas del río Bogotá.

Repetimos, cómasela fresco, porque tampoco se estará comiendo un veneno, pues para su producción se ha partido de un compost hecho en el mismo lugar de la siembra, insumos biológicos, elementos minerales y mucho amor. Está usted invitado a iniciar una nueva vida con el consumo de productos libres de agrotóxicos y una terapia sobre el mundo natural que nos permite comer con el gusto de un buen cuento, como el de la ranita que nos ayuda a controlar insectos plaga.

La invitación puede incluir participar de una siembra, iniciar el compost en un barrio, tomar las jardineras, los patios, la terrazas y cualquier pedacito de tierra que pueda ser aliado de la buena alimentación, además de quedar libre de basuras que afean y deterioran la calidad de los espacios.

Hemos hablado con Pablo Serrano, paisano santandereano de Zapatoca quien nos da lecciones de economía, iniciando con el concepto de sobreproducción relativa permanente, que consiste en descubrir que hay hambre por la abundancia de comida, que alguien no tiene casa porque hay muchas casas, que los problemas de transporte son porque hay muchos carros y todo eso nos hace tener una pésima calidad de vida.



Contrario a la idea de producir hectáreas de hortaliza cultivada con métodos contaminantes, nosotros nos sentimos al día de la oportunidad, proponiendo que cada quien haga algo, en su propio espacio, en la universidad, en la escuela, en el barrio, en su propia casa. Es por eso que hablamos del ensayo de un compost y decimos como invitación a la siembra “El que no arriesga un huevo no saca un repollo”.

Y Nabor Abello es precisamente una de esas personas que decidió arriesgar el huevo y ya nos puede compartir la experiencia y el producto.

500 lechugas semanales de las clases morada crespa, morada verde y Lisa Simpson.
Si usted está interesado en sentirse fresco como una lechuga, súmese al ensayo de un compost, denos sus datos de teléfono y correo, que podremos hablar de muchas cosas, desde conocer nuevas recetas, propiedades nutricionales, beneficios para la salud, hasta obtener sus propias hortalizas en casa.